Creo que todos hemos pasado por ahí, el momento decisivo de la vida en el que planteas si merece la pena invertir 1-2 años de tu tiempo a cambio de la estabilidad y la armonía de tener asegurado tu futuro, el sueño español. La realidad es que la decisión de opositar no es algo totalmente objetivo, depende de la economía familiar, la cultura estudiantil y las creencias sobre el éxito en este arduo camino, en definitiva estás condicionado por tu entorno.
Desde mi perspectiva, como funcionario, mantengo la misma opinión desde el inicio, y creo que se puede aplicar
-Para un cuerpo A1, es necesario muchos años de tu vida por la cantidad de temario a memorizar (Judicatura, Inspectores de Hacienda, Registradores, etc..), y de alguna manera un tribunal que ve tu cara, y tus reacciones en un oral, puede tener una opinión de ti condicionada por un simple gesto o manía, sacándote del juego por la mínima, pese a que te sabes de carrerilla el 167 de la Constitución.
-Sin embargo, para cuerpos C1 y C2, no importa lo bien que sepas cantar, no importa tu vestimenta ni tu apariencia, si no únicamente lo que te lo hayas «currado» e invertido (en tiempo), para conseguirlo. La diferencia esta clara, personas decididas (motivadas, ambiciosas, sistemáticas y ordenadas) obtendrán su plaza al primer o segundo intento, personas más descuidadas, podrán pasar media vida intentándolo, entre trabajo y trabajo.
Pero como todo en la vida, nadie nace enseñado, es necesario por tanto, buscar una persona (coach como dicen los ingleses), que sepa mostrarte el camino para ser una persona ambiciosa, ordenada, motivada y sistemática. No importa los test que te proporcione, no importa que el temario sea el mejor del mercado, eso es lo de menos.
Cuando un alumno aprende esto, el valor añadido que genera su propio trabajo de calidad, organizado y sistemático, no tiene frenos, se autoexige cada vez más y ten por seguro, que va a sacar la plaza.
